08 septiembre, 2013

Eterna Amistad!




Mi amiga no era una chica que le gustara escribir grandes cartas y aún no existía internet ni Smartphone. Esto, yo tenía que haberlo sabido, porque ella era así, desde que la conocí con apenas 8 años. Estuvimos juntas cada día hasta los 19, momento en el que nos separamos cuando me fui a vivir a Austria. Ella fue testigo en mi boda cuando vivía mis 20 abriles.

Yo? Era simplemente estúpida, con cariño lo digo. Demasiada joven y tonta para poder entender que los sentimientos se pueden expresar de mil formas y no sólo a través de cartas o llamadas telefónicas. Demasiada inocente para poder entender que cada acción, no necesariamente necesita una respuesta y que no tiene sentido, poner expectativas muy altas y esperar que la otra parte tome acción, para “recompensar” la mía.

Era una hermosa y sincera Amistad. La eché a perder, por estar más centrada en mí que en otra cosa, quizás…

Amistad de verdad, es mucho más profundo, pero esto…aprendí después. Demasiado tarde, como podéis entender. Te das cuenta cuando estás a punto de perder a una persona o ya la has perdido para siempre, no hay un después, ya no puedes arreglar nada, como escuché alguna vez, que aprendes a valorar las cosas cuando ya no las tienes. Gran verdad.

Se paga caro “la inmadurez emocional”, con lagrimas que perduran de por vida. Aprendí, más tarde aún, que invertimos mucho tiempo y energía en las personas equivocadas, o en personas que en realidad no valen la pena. A menudo nos dejamos llevar más por cosas superficiales que por aquellas profundas e importantes que por lo general implican más esfuerzo y dedicación. Pensamos que somos "protagonista de la película", cuando gente con mucha palabra y poca acción nos presta mucha atención. En vez de buscar nuestro verdadero YO y querer a nosotros mismos, estar bien cuando estamos solos,  tener autoconfianza,…perdemos el tiempo en banalidades paupérrimas y falaces para el alma.

Recuerdo bien historias vividas, como cuando intentábamos borrar nuestras huellas de barro, marcadas sobre el cristal de la ventana del colegio, limpiándolas con las rojas y pesadas cortinas que protegían de intrusas miradas, en el colegio de nuestro entrañable pueblo. Por fuera lo intentamos con papel de váter… Era la única manera de entrar y salir ilegalmente de la clase, para intercambiar nuestros exámenes, que se encontraban en la maleta del profesor y así obtener una mejor nota en inglés. El plan era, pasar a través del pasillo e ir por la puerta normal y corriente, cosa que en otras ocasiones, de otros compañeros, funcionó. Pero esta vez, el profe cerró con llave… No quedaba otra alternativa que ir por fuera y entrar por la ventanilla abierta, situada en la parte más alta de las grandes ventanas del colegio.
Con el hecho consumado, atemorizadas, con las rodillas temblando de miedo a que nos pillasen con los exámenes intercambiados entramos después de la pausa, directo a la clase. Cara de terror cuando nos percibimos de  las “rayas de barro”  que habíamos dejado en la ventana, mientras el profe nos cantaba las notas…

Recuerdo también: Nuestras salidas en un barquito de plástico por las aguas, alrededor del colegio. (“Sloten”, es como se llama en Holanda los ríos artificiales sin corriente). Emocionantes persecuciones entre chicos y chicas, sobre las tranquilas aguas, embarcados en inestables y rudimentarios botes. Las tardes de patinaje sobre hielo, comiendo galletas, grandes y típicas en nuestro país, con chocolate caliente, con toda nuestra clase. Tardes de futbol, corriendo con nuestras bicis a la casa de mi amiga, donde su madre nos esperaba cada día con té y merienda.
Recuerdo como sufrimos las dos, con nuestros 13 años, cuando detectaron un tumor en la cabeza de su madre. Como saltamos de alegría cuando la operación fue un éxito y se recuperó del todo! Su madre hasta el día de hoy está en estupenda forma. Sin duda, mi gran amiga, hizo mi juventud mucho más bonita!

Por mi joven estupidez, perdí el contacto con ella o más bien, no hice ningún esfuerzo para alimentar la amistad, porque yo estaba decepcionada, viviendo en Austria, sintiéndome sola y sin ninguna noticia de mi amiga. (Yo,Yo,Yo,Yo…)

Ella nunca estuvo fuera de mis pensamientos, pero mi orgullo me impidió retomar el contacto, hasta que me enteré por parte de mi familia en Holanda que tenía cáncer… Mientras tanto, yo, llevaba ya 13 años en Andorra…Mucho tiempo sin explicarle que siempre estaba en mis pensamientos y corazón.

Escribí una carta, no me atreví llamarla, porque me comentaron que no quería entrar en contacto con nadie... Dijeron, que no quería, que nadie se lamentara por ella.

Así fue, que recibí su única carta y encima la más larga y emocionante que he recibido jamás!
Lloré como nunca también, tan sincera y tan impactante era. El mismo día de leer sus líneas, me llamó, (impresionante) y pocos días después estuve con ella en Holanda.

Dos mujeres, dos vidas, un largo tiempo separadas, más de 20 años,  las dos con hijos, ella con su marido y yo habiéndolo perdido, ella con cáncer de páncreas, luchando por la vida y ambas con la convicción de que entre nosotras nunca había pasado el tiempo... La dije que regresaría en un mes para verla… llegué tarde…




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